
En la costa caribeña de Nicaragua la presencia de las etnias africanas tuvo una influencia en la cocina autóctona al introducir sus especias y sus métodos de preparar los alimentos. Con la construcción del ferrocarril apareció el arroz, gracias a la llegada de trabajadores negros, chinos e italianos, a quienes había que alimentar.
En los campamentos los obreros chinos cocinaban en grandes calderos el arroz como plato principal, mientras que los italianos consumían este grano como acompañante de su dieta y los africanos trataban de rendir los frijoles mezclándolos con el arroz, práctica que ya se veía en las islas del Caribe desde el siglo XVIII, costumbre de sus ancestros de Angola, que acostumbraban comer arroz con arvejas.
Para los años 30 del siglo XX este platillo de arroz con frijoles se había expandido en las zonas de cultivo de los bananos. Los obreros se alimentaban con bastante arroz mezclado con frijoles, que freían en aceite de coco, y lo llamaron gallo pinto, que acompañaban con bananos sancochados.
Aunque los hombres del Valle Central, que trabajaban en la bananeras, se atribuían de haberle dado el nombre a ese platillo, recordando las peleas de gallo, donde el más valiente de todos lo pintaban de blanco y negro.
Al regresar a sus casas llevaron la receta del gallo pinto, aunque este platillo sufrió algunas modificaciones, el aceite de coco lo sustituyeron por manteca de cerdo y el frijol rojo fue sustituido por el negro. Además, le añadieron cebolla, chile dulce y culantro.
El gallo pinto se convirtió en el plato típico de Nicaragua, que es acompañado con huevo frito, tortillas, dependiendo de la región.